AGUIJÓN
La espina estuvo aquí,
sí, sembrada entre las rocas,
pero más dura que ellas,
y que los recuerdos,
todos olvidados...
De la corona de un cristo,
perdido en la polvareda,
de un tiempo caduco, mohoso,
de sankarmas batidos,
como mezcla de un perol.
Y nadie recuerda calvarios,
ni la molida cruz;
solo la espina sembrada,
que carcome la mente y
la planta del pie
de quien se atreva a pasar.
¡Nos ha librado del diablo,
del mundo y de la carne!
pero, ¿quién nos librará
de nosotros?
IN MUTIS
Dicen que vives solo,
parado allí, clavado,
insensible te llamó Darío
y tus versos escribió Debravo;
pero no es cierto que solo;
ni ermitaño, ni misántropo;
porque te he visto,
abrazando la tierra,
bebiendo seductor las lluvias
y en tu corolo de hojas
parir a millares.
Silencioso, tal vez diría,
mas contigo el viento canta,
y a la noche tus ramas
se llenan de ojos;
a la mañaña como perlas,
el cantar de las aves.
Algo le copio a Darío,
árbol,
te envidio.
CAVERNAS DE VENADO
Llevo en el pecho
una gruta,
carcomida por eones,
y oscura,
en espera quizá
del paso que traiga
la luz en su mano...
Mas qué me has traído,
fatiga, hastío, perdición,
y con la luz del fuego,
quemaste mis bosques,
bebiste mis aguas,
y allí,
maldito Prometeo,
tripas de sulfuro,
entrañas de petróleo,
radiando muerte,
Edipo homicida...
derrotada Gea,
y en regresión del mito,
reina Caos,
y mi gruta
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